LOS ESPACIOS Y LAS OPORTUNIDADES EN LA JORNADA NOCTURNA
Cuando hablamos de la EPJA (Educación para Jóvenes y Adultos), tenemos que, necesariamente, remitirnos a la historia de la educación Nocturna, que desde sus inicios centra sus esfuerzos y sus tareas en brindar espacios formativos a los adultos y personas trabajadoras, que no pudieron llevar a término sus estudios en el momento correspondiente por razones personales, familiares y/o económicas. Si nos referimos en especial a la EPJA del IED Fernando Mazuera, hablamos de aproximadamente 32 años de acompañar a los jóvenes y adultos de la localidad en una tarea de reconstrucción de sus proyecto de vida, en pro de mejores condiciones y desarrollo de competencias que les permitan llegar a oportunidades de educación superior o laborales de mayor calidad para ellos y sus familias. Pero ¿en qué se basa ese acompañamiento y reconstrucción del proyecto de vida? Inicialmente debemos hablar de un ambiente basado en el respeto y reconocimiento de las fortalezas y debilidades de cada estudiante, que permite particularizar estrategias en el aula; es decir el docente de la jornada nocturna del Mazuera es un permanente compañero de vida académica e incluso afectiva de sus estudiantes, y ello crea un espacio de reconocimiento de yo y del otro para el crecimiento y cambio personal y social. Cuando el joven y/o adulto llega al Fernando Mazuera en la jornada nocturna, encuentra no solo un aula de clase, encuentra un conjunto de opciones para crecer, todo ello anclado las necesidades del contexto local e histórico, para promover una educación de calidad humana y académica que garantice un egresado en capacidad de aportar a un cambio positivo en la sociedad y a la familia.
Posteriormente, debemos hablar de los retos y desafíos que enfrenta la EPJA del IED Fernando Mazuera, entre los que tenemos: Un contexto complejo a nivel socio-económico y familiar que trae como consecuencia una población altamente variada, caracterizada por situaciones de conflicto, baja autoestima, escasez de recursos, brechas generacionales (ya que comparten aula adultos mayores, jóvenes en extra edad, y adultos trabajadores) y/o situaciones de afectividad que determinan comportamientos en ocasiones opuestos a los esperados en un ambiente escolar. Sin embargo, la riqueza de la experiencia de los docentes, y la diversidad usada en pro del aprendizaje colectivo ha permitido que la Jornada Nocturna se convierta en un territorio de apoyo, de reconstrucción desde la diferencia y de permanente reflexión para la mejora continua de los y las estudiantes. Esto último podría considerarse, entre otros, el aspecto más significativo de la experiencia pedagógica de nuestra jornada.
Para finalizar, en el contexto actual de la educación de jóvenes y adultos, enfrentamos unas políticas educativas del estado tendientes a minimizar calidad y maximizar cobertura, que buscan vender la idea de “una agilización” de los tiempos de formación, que lleva a que los imaginarios de “más rápido, mejor” lleguen a la población adulta, y les impidan un espacio pleno de formación, con todos los recursos, derechos y oportunidades que durante más de tres décadas se han luchado y defendido, reduciendo la EPJA a una idea de “cartón de bachiller” y minimizando la condición clave de esta educación “Un espacio de reconstrucción individual y social basada el Calidad y Pertinencia Educativa”. Por ello, cierro esta descripción con una invitación a mantener y fortalecer la Jornada Nocturna, a defender el derecho a una educación presencial, continua y de calidad para los jóvenes y adultos que buscan una vida mejor y un crecimiento intelectual; y a defender, sobretodo, la oportunidad de que las clases menos favorecidas tengan espacios que minimicen los impactos de la desigualdad social y que favorezcan el trabajo desde el respeto, los valores y la academia para potenciar el verdadero cambio y la paz en la nueva era a nivel local, nacional y mundial.
MARTHA ELENA ROYA (COORD. JORNADA NOCTURNA)